Se va ocultando la luna y el sol da los primeros destellos de luz, un nuevo día comienza, pero no es un día cualquiera, al menos no lo es para cerca de 400 niños y jóvenes que llegan de distintos lugares del país con el sueño de sobresalir y dejar huella en el deporte que los ha visto crecer, el fútbol.
Un uniforme, medias, sudaderas, canilleras y mucha ilusión es el equipaje de todos los niños y jóvenes que hoy están en los Centros Recreacionales La Rochela y Santágueda, ansiosos por colocar toda la energía a estos días donde estarán rodeados de naturaleza, haciendo amigos y afianzando sus habilidades en el deporte.
El sol aumenta su intensidad y las canchas de Santágueda y La Rochela se vuelven testigos de las ganas que cada jugador le imprime al balón en cada toque. Desde las gradas se escuchan los gritos de los entrenadores dando instrucciones a sus dirigidos; gritos que se confunden con el “vamos muchachos”, “a ganar equipo” de algunos familiares que viajaron a apoyar a sus ídolos.
Después del ajetreo de la tarde, la luna empieza a robar espacio al sol e irradia con su brillo cada rincón de los Centros Recreacionales, volviéndose testigo de los pasos firmes y tranquilos de los jugadores quienes reflejan el orgullo que sienten al portar el uniforme del Club al que le han entregado sus sueños.
Así termina un día lleno de emociones, de risas y juegos; reflexionando sobre las falencias del día pero dando fortaleza, porque aún queda un sendero por recorrer. La luna seguirá brillando mientras los niños alimentan sus sueños y recuperan energías para darlo todo en el nuevo amanecer, así estarán cada vez más cerca de las estrellas.
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