Los niños aman aprender, los impulsa una esencia creativa y curiosa que requiere de un ambiente favorecedor que promueva el aprendizaje con elementos de diversión, alegría, asombro y exploración.

El deseo de aprender en los niños es innato y con potencial ilimitado, el cual debe ser impulsado a través de diferentes experiencias, las cuales generan impacto directo en su formación y en los adultos en los que se convertirán; por ello es importante brindar los medios, recursos e instrumentos que permitan sentar las bases de conocimientos y el desarrollo de habilidades que necesitarán en el futuro.

Al tomar en cuenta la realidad, el espacio y los materiales que propician el aprendizaje en los niños; se precisa del juego como estrategia movilizadora de sus intereses que amplía las posibilidades de exploración y desarrollo, gracias a su cercanía con la naturaleza del niño. El niño juega y se descubre a sí mismo, aprende sobre sus emociones y  sobre las relaciones con el otro, imagina, obtiene logros, se siente a gusto y fortalece su autoestima.

En una sociedad que cada vez se encuentra más interesada en las alternativas tecnológicas para su entretenimiento y que prioriza dichos medios para relacionarse, es de suma importancia que las familias gracias al vínculo que las une, aprovechen la ventana de oportunidad que se tiene en la primera infancia, recuperando los espacios lúdicos para y con los niños. Estos espacios pueden ser sencillos y cotidianos; una mañana en el parque, un juego cualquiera en casa o un espacio con otros niños de la familia, pero todos ellos con certeza de una alta significación y relevancia en el desarrollo de cada niño.

Que sea un propósito como padres generar espacios de juego más frecuentes con los niños, puede parecer sólo un juego pero la ganancia es enorme!.